Como dice el dicho: "renovarse o morir". Y eso he hecho yo. Ahora me enfrento a una nueva etapa de mi vida. Por ello, he querido empezar de cero, que es como se tiene que comenzar. Así que he eliminado entradas antiguas (no sin antes ser invadida por la melancolía) y he sometido a mi blog a una operación completamente regenerativa. Así sin más. Cortar por un lado, remendar por el otro, coser un poco aquí y allá, y voilá.
Y es que hace solo 6 meses no tenía ni idea de qué hacer con mi vida, y ahora estoy liada con el máster, el curso, los idiomas...Quién me lo diría a mí, periodista, qué ironías de la vida. Justo lo que hace cinco años todo el mundo me decía que no sería nunca. Qué gusto da callar bocas.
Pero todo hay que decirlo: me costó millones guardar los recuerdos de esos maravillosos cinco años de carrera en mi cajoncito preferido del corazón y enfrentarme a una nueva realidad. Nuevos amigos, nuevos profesores, nuevas experiencias. Todo con ese olor a nuevo. Y no voy a dudar que tengo miedo. Lo tengo, y mucho.
Así que lo digo con todas sus letras: soy feliz, y me gusta lo que hago. Aunque tengo pequeños pedazos de corazón repartidos por toda la geografía mundial. Gente a la que se echa de menos, pero que sé que están ahí a pesar de todo. Amigos, muchos amigos. ¿Qué sería de mi vida sin todos ellos?
Pues nada, voy a hacerle un poquito de caso al manual de Literatura Comparada y al de Semiótica Teatral que me están esperando ansiosos en mi escritorio.
No esperes el momento perfecto. Toma el momento y hazlo perfecto.
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