miércoles, 14 de marzo de 2012

Día Tres.

¿Sabes cuál es la forma más rápida de deprimirse? Pensar. Pensar en cosas ya pasadas y que irremediablemente, ya nunca volverán. O peor, pensar en cosas que irremediablemente nunca sucederán. Y todo esto es un hábito que me ha costado conseguir, pero que he logrado. Porque el Día Dos no pudo ser más perfecto. Descubrir que de verdad tienes a muchas personas detrás cuidando sin descanso de ti. Reír hasta tirarte y revolcarte en el suelo. Comer tu helado favorito, y además, probar nuevos sabores. Tenderte a leer en el suelo, como sueles hacer desde pequeña, a pesar de que todos creen que  estás loca, pero sabes que como tirada en el suelo, no se está en ningún sitio. Decorar tu habitación con colores, fotografías, retales de tu vida. Guardar por fin la ropa de abrigo y darle la bienvenida a la de primavera. Regar tus plantitas y darte cuenta de que empiezan a crecer, oh, no las has matado, y se van a convertir en los narcisos más bonitos del mundo. Hacer cosas que nunca habías hecho, por muy sencillas que fuesen. Darte cuenta de que puedes llegar a donde te propongas. Y todo eso fue lo que me pasó en el Día Dos. Ahora, a por el tercero. 

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